Siglos sin pasarme por este blog ;A; Siento que lo tengo más olvidado que mi Metroflog(?). Esta vez les traigo el adelanto de un nuevo proyecto que comencé hace tiempo, y el cual, nunca más seguí. Tal vez algún día me anime y lo termine, la trama me gustó mucho como para que lo mande a la Papelería de Reciclaje de Mary-chan(?).
Disclaimer: Soul Eater no me pertenece, es de Atsushi Okubo.
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La nieve caía sobre nosotros, tiñendo de blanco todo lo que nos rodeaba.
Respiré agitadamente, haciendo que un par de volutas de vapor se elevaran en el aire. Tenía los ojos cerrados, y mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. Cómo si estuviese contando los segundos que le quedaban de vida. Y realmente así era.
Parpadeé. Miré a la persona que estaba frente a mí (si es que ahora se le podía considerar persona) y sentí las lágrimas agolpándose violentamente en mis párpados. Allí estaba él; el hombre que había amado con locura hace unas semanas atrás, mirándome fijamente. Y nuevamente la necesidad de correr hacia él y abrazarle creció en todo mi ser, pero me contuve.
No, me repetía una y otra vez en mi cabeza.
— Maka — susurró él, mientras que me miraba con el dolor grabado en cada una de sus finas facciones. Lo contemplé fijamente; a él y a sus ojos rojos como la sangre, a su cabello blanco como la nieve y a su piel cálida y suave…
Desvié la vista, sabiendo que sólo sería cuestión de segundos para que mi cuerpo se rebelara y sucumbiera ante sus necesidades. Mordí mi labio con fuerza, armándome de valor para poder dirigirle la palabra.
— No — dije, con la voz quebrada —. Tú ya no eres él. Ya no eres Soul. Ahora eres… — lo miré, con las lágrimas cayendo rápidamente por mis mejillas —… ahora eres un monstruo.
El dolor que pude ver en su rostro casi me rompe el corazón. Sin embargo era la verdad. Soul había muerto, y éste ser que estaba frente a mí no podía ser él. No… no podía…
— Maka — volvió a susurrar, acercándose a mí, extendiendo una mano hacia mi rostro —. Soy yo… de verdad soy yo…
Negué con la cabeza y me aparté de él, pero mi pie pisó la capa de mi caperuza y caí de espaldas.
No fue hasta ese momento, en el que recordé que nos encontrábamos en la orilla de un precipicio.
Agité los brazos, tratando de encontrar algo con lo cual sujetarme y evitar mi caída. Pero mis manos no hallaron nada, y la gravedad comenzó a hacer su trabajo. Caí, al igual que los copos de nieve, al igual que el cadáver de Soul dentro de aquella fosa que habían preparado para enterrarle…
— ¡Maka! — me gritó, y trató de atraparme antes de que fuese tarde. Lástima que no lo hizo, o tal vez… que suerte.
Cerré los ojos, y lo único que hice fue esperar el impacto de mi cuerpo contra el suelo…