Wonderland~

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¿Te atreves a entrar?

domingo, 10 de julio de 2011

Akuma no Bara [Chapter 20 PREVIEW]

Disclaimer: Akuma no Bara pertenece a Yumi Kazahaya. Soul Eater es de Atsushi Okubo y Kuroshitsuji a Toboso. No usar para fines malvados(?).

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Akuma no Bara

Rosa 20: La Valse des Monstres

&.

— Mamá, no pienso ponerme eso — dije, con un leve tic en el ojo izquierdo.

Mi madre hizo un leve puchero, mientras que abrazaba el vestido blanco que traía en las manos como si su vida dependiera de ello.

— ¡Pero Maka~! ¡Se supone que es una fiesta formal! ¿Acaso pretendes ir con eso? — preguntó, señalando de manera casi acusadora mi ropa.

Yo bajé la mirada. Unos jeans, una blusa con el lema de “Rock is in the House” y unos converse negros. Esto era formal para mí, pero al parecer para mi madre esto era el atuendo digno para ir a una fiesta pagana en el centro del bosque.

— Humm… ¿sí? — respondí casi dudando, sabía que a mi mamá le daría un ataque con eso.

Y en efecto, así fue.

— ¡¿Cómo es posible que te vayas vestida así?! ¡Necesitas verte bonita, como toda una señorita! — enarqué una ceja. Las fotos de mi madre con su traje hippie invadieron mi cabeza —. ¡Usarás este vestido o no sales!

— ¡Pero mamá…! — me encontré suplicando. Y sí, sonaría patético puesto que no hacía eso desde que tenía doce años, pero esto realmente era importante para mí… y no sabía la razón.

Había accedido a ir al baile con Soul, y aunque sabía que si me lo hubiera pedido hace dos o tres meses me hubiera reído en su cara, ahora me encontraba hecha un manojo de nervios y ansiedad. Aquello no podía estar bien. No, nunca. ¿Qué demonios era lo que me sucedía?

— Nada de peros, Maka. Usarás este vestido aún si tengo que amarrarte a la silla, ¿entendido? — susurró mi madre con una sonrisa que bien se podía describir como sádica.

Ahora compadecía a papá.

De mala gana acepté ponerme el vestido que mamá me dio, y una vez que terminé de subir la cremallera y miré mi reflejo en el espejo de cuerpo entero que ella tenía en su habitación, me quedé sin palabras. ¡Era hermoso! Parecía sacado de un cuento de hadas o algo por el estilo. Blanco y con escote strapless, pero sin dejar que se viera de más. Era pegado y ayudaba a resaltar las curvas que creía no tener, además de que no me hacía ver tan plana ni tan “llena”. Me giré para ver a mi madre con una sonrisa, haciendo que la falda del vestido se elevara y girara de manera graciosa, como en las películas.

— ¡Es bellísimo! ¿De dónde lo sacaste?

— Es mi vestido de boda — me dijo, con una sonrisa tranquila y llena de cariño.

Y allí fue cuando dejé de sonreír.