Akuma no Bara [Chapter 19 PREVIEW]

Disclaimer: Akuma no Bara pertenece a Yumi Kazahaya. Soul Eater es de Atsushi Okubo y Kuroshitsuji a Toboso. No usar para fines malvados(?).

Akuma no Bara

Rosa 19: La calma antes de la Tormenta

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— ¿Más té, señorita Maka?

Abrí los ojos, mientras que parpadeaba confundida. El lugar dónde me encontraba parecía sacado de uno de esos cuadros antiguos de los jardines londinenses de la época victoriana. Traía puesto un elegante vestido negro, con encajes más oscuros y un estampado de flores en el pecho y falda. Mi peinado, por lo que pude ver en el reflejo de la bandeja de plata que estaba frente a mí, era muy elaborado. Trenzas por acá y broches por allá. Me sonrojé levemente cuando pensé que me veía como toda una muñequita de porcelana.

— A-ah… Sí, por favor — contesté, tendiéndole mi taza de té a la persona que se encontraba al frente.

La contemplé fijamente. Parecía una niña, pero por alguna extraña razón también tenía un toque masculino. Su rostro era idéntico al mío, salvo sus ojos, los cuales eran de un bello color violeta. Usaba una camisa junto con un saco blanco, y en vez de pantalones, una amplia falda con un estampado parecido al mío. Parecíamos contrastar. Ella de blanco y yo de negro, casi como si fuésemos… opuestos.

La chica me sonrió, al mismo tiempo que tomaba la tetera y la inclinaba sobre mi taza, sirviéndome poco a poco aquel líquido caliente.

— Sé que tiene muchas preguntas sobre mí, señorita Maka — me dijo, terminando de servirme para luego dejar la tetera en su lugar —, pero es mejor si no sabe nada.

— ¿Eh? — dejé de comer el pastelillo que tenía en la mano — ¿A qué te refieres?

— A veces, estar en la ignorancia es mejor que conocer la verdad — me sonrió con ternura, y a lo lejos, una alarma comenzó a sonar. Era un ruido que se me hacía lejanamente familiar —. Creo que nuestra reunión acaba por hoy, señorita Maka.

— ¿A-acabar…? — murmuré, por algún motivo, asustada — ¡E-espera, no, tengo que preguntarte algo!

— Será en otra ocasión, por ahora, despierta — me sonrió, y poco a poco, todo comenzó a volverse difuso.

— ¡No! ¡Espera! ¡Quiero saber…!